viernes, 31 de enero de 2020

De dos en dos



Era un número dos muy contado en el reino de los pares. Un día una pareja de calcetines se insubordinó contra él. Y contagiados por la fiebre revolucionaria: Las lentes de las gafas, los camales de los pantalones, las ruedas de las bicicletas... El número uno acudió en la ayuda del dos, pues era su mitad. Y habló con los pares, para saber el motivo de su rebelión. 
Queremos la república en el reino y que sea legal el divorcio- dijeron sus habitantes.
El número uno le habló de las desventajas de los solteros, ¡A él se lo iban a decir! Qué vivir en pareja está muy bien.
Todos entraron en razón. Todos salvo un calcetín derecho, que abandonó a su izquierdo y se fue a vivir al reino del uno. La diosa Patricia (adorada en el reino del dos) fue a calzarse, y ¡ya imagináis el problema!. No quedó un lugar sin revolver, buscando por todas partes la pareja de su calcetín preferido. Al final, Patricia tuvo que tejer el calcetín que le faltaba.
Mientras, en el reino del uno, calcetín derecho no encontraba su lugar. Su vida perdió sentido. Se suicidó metiéndose en una lavadora y desapareciendo con el centrifugado.

viernes, 24 de enero de 2020

Sinsentido



¡A la mierda serás tú! Facundo, iracundo escupe esta grosería incoherente. Así responde a los insultos de algunos forofos de fútbol, compañeros de banquillo. En la prórroga, cambia sus cromos de liga por el bocadillo del almuerzo de Manuel. Con éste ya van siete. ¡Tragapanes! Apenas presta atención al partido, pero encesta la séptima pelotita de papel albal de bocata en la papelera. -¡Seré un gran jugador de baloncesto!- sueña. 
-¿Mamá, puedo comprar más cromos de liga?- dice Facundo, a la salida del colegio.
-Si me prometes que te comerás toda la comida- responde la madre.
Por la noche le dolerá la tripa, pero tendrá aseguradas unas cuantas pelotitas de papel albal para el recreo de mañana.
¿Ridículo, no? Pues así funciona muchas veces la mente humana, cogiendo el camino más largo y enrevesado.

viernes, 17 de enero de 2020

LOVE con mayúsculas


Veo como si fuera ahora a esos dos corceles blancos, corren como demonios. ¡Alto!- grita el joven que viaja en la calesa tirada por los dos caballos. El cochero tensa las riendas, parando en la explanada de Palacio. Puedo ver la suntuosidad de sus jardines, y los jóvenes que pululan entre sus flores. El joven Iván se apea del carruaje, buscando con avidez el rostro de ella. 
¡Ya la veo! pero... ¿Quién es ese caballero que la lleva del brazo? Me dicen que es su amante.
Cuando ésto llega a oídos de Iván , el corazón le da un vuelco. ¡Ay, alma de cántaro! Creíste en la falsa promesa de una joven lasciva; así aprenderás.
¡A casa!- Iván sube atropelladamente en la calesa.
Cuando llega se encierra en su habitación con su adorado violín, fiel compañero. Y desahoga su pena tocando día y noche. No duerme y apenas prueba bocado; sus padres están desesperados.
Pero un buen día entra a la casa un soplo de aire fresco. Lo trae la prima, que ha venido desde lejos a pasar unos días con los tíos. Iván consiente salir de su encierro para saludarla, ya que no la ha visto desde la infancia.
Sus miradas se cruzan.¡Hasta un daltónico podría ver la intensidad del rojo de su corazón encenderse!
Pero los padres se oponen a este amor pues, además del parentesco, ella le dobla la edad. 
Observo ahora como se escapan, huyendo juntos de los dedos que señalan, de las murmuraciones y de la censura de los progenitores. No llevan más que lo puesto y algunas monedas en el bolsillo.
¡Anda! ¿Qué es esa música que escucho? Son los acordes interpretados por la más excelsa violinista de todos los tiempos. Esa música vieja llega a oídos de los padres de Iván, viejos también. Y despierta la memoria del hijo ausente.
La violinista será la heredera de toda su fortuna, al saber de ella que sus padres comparten apellido y que no tienen patria, pues huyeron de ella movidos por el amor.




viernes, 10 de enero de 2020

Amables coincidencias


Cuando terminó el día sentía como si le faltara algo. Recapituló la jornada, y encontró un agujero en su memoria. Recordaba el antes y el después: la cita con Mario y el viaje de vuelta a casa. Y ese número de teléfono que encontró en el bolsillo de su chaqueta...
En los días sucesivos experimentó un ensanchamiento del maldito agujero. La memoria, que es elástica, estaba al borde de la fisura y decidió llamar al número que encontró en su bolsillo, para salir de dudas. 
Contestó una voz sensual y arrulladora que le transportó a su infancia. El agujero comenzó a menguar. Se sentía segura escuchando a Judith, como cuando era niña y fue a tratar sus terrores nocturnos, de la mano de su madre. Ahora, la mano de Mario le había vuelto a llevar a ella. "¿En qué te puedo ayudar?"  De repente le vino a la mente la enfermedad mortal; a Mario se le agotaba el tiempo. Decidió hacerle frente a la situación. Entre consulta y consulta, en un tira y afloja, la tensión desapareció: su resiliencia había madurado. "Gracias Judith". 
Pero de ésto hace ya mucho tiempo. Ahora Mario ya no está y ella mira la foto de la graduación de su hijo, que está en la mesita de noche, justo al lado de la dentadura postiza. Cogiendo el recuerdo con sus manos temblorosas piensa en cuánto se le parece. Él también se llama Mario.

sábado, 4 de enero de 2020

Vida bípeda





Talia no tiene edad, pues vive desde siempre. Sus ojos son el espejo del mar, dónde éste se mira  todos los días y se pregunta: ¿Soy el ser más bello de toda la tierra?. Ella insiste en que él no es de la tierra sino del agua, pero el mar no entiende de geología. Tania persigue a sus vecinos los peces, y les hace rabiar. El mar los balancea revoltoso con sus vaivenes. Del cuello de la sirena pende un colgante, símbolo de la lucha entre el cielo y la tierra: la estrella de David. El mar lo anhela en secreto.
 Era un día como cualquier otro cuando Talia siente arder su pecho y, en un acto reflejo, se arranca el amuleto y lo arroja muy lejos (el mar se ha salido con la suya). La sirena, asustada, nada hacia la orilla. "Si la estrella se vuelve incandescente...", recuerda las palabras del pescador. Su cola trasmuta en dos extremidades que no sabe utilizar; "...andarás". Se ahoga dentro del agua...
Es preciso encontrar al pescador, para poder adaptarse a su nueva condición, y también para cumplir el pacto de amor que sellaron en aquel camarote de barco. El mar la lleva hasta la orilla y se separan en un adiós, que no será para siempre.