jueves, 17 de septiembre de 2020

Fin de carrera


Usaba jabón de lagarto y zapatos de cocodrilo, ella, más mala que una víbora y rastrera como nadie. Su artista preferida era la Veneno, y, como ella, se transformaba al subirse a un escenario. Era cantaora de flamenco (pero no canta ahora, en estos momentos está retirada del mundo del espectáculo). Un día de su juventud, al tocar las castañuelas asadas, se quemó los dedillos de la mano. Taconeaba con tacones de aguja; en un coser y cantar te bailaba una seguidilla. Los lunares de la primera bata de cola que se compró eran un punto. La peineta, con mantilla, y una flor bien plantada en la cabeza, completaban su atuendo.
<<¡Qué arte más grande miarma!>>, gritaba el técnico especialista en balística al escuchar su cante jondo. <<¡Olé, olé!>>, gritaba un fan de Marta Sánchez amante del flamenco. El espectador de la nariz prominente se tomó un chato de vino a su salud. El joven obeso brindó con un fino añejo.
Pero, a pesar de ser muy calculadora, la cantaora se quedó sin pilas: se acabó el número flamenco. Le dieron las últimas palmas un Domingo de Ramos; ocurrió un día nublado tras cantar por soleares.
Los volantes del traje de gitana la habían conducido al estrellato, y los años pusieron freno a su carrera artística, que estaba en punto muerto. 
Ahora, a la vieja gloria le canta el aliento, y tiene el baile de San Vito. En el geriátrico donde vive, entona el "malamente" de Rosalía a los enfermos de alzheimer. Pero ha perdido las ganas de vivir: ella sólo vive con ganas de perder la vida. Y es que la folclórica está deseando subir al cielo para poder cantar al lado de Camarón de la Isla. Este es el sueño de su vida... o, mejor dicho, de su muerte. Aunque dicen que la mala hierba nunca muere.

6 comentarios:

  1. Otro relato increible. Me gustan tus juegos de palabras!

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  2. Original, imaginativo y divertido. Magnífico relato.

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  3. Es imposible no encontrarse alguna joyita en tus «juegos de ingeniería literaria» (por definirlos de algún modo diferente). Siempre dignos de elogio. Enhorabuena, Patricia.

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