jueves, 5 de noviembre de 2020

El rompecorazones


Vio la película "Eduardo Manostijeras" y al salir del cine cortó con la novia. Su padre era afilador y su madre celestina, pues trabajaba en una agencia matrimonial. Eduardo se formó como peluquero; no tenía un pelo de tonto. Un buen día conoció a una bonita camarera que llevaba dos copas de más. Pero a él no le  importó que en vez del whisky con hielo que había pedido, le sirviera tres. Esa misma noche terminó ebrio, de amor. La invitó al cine a ver "Lo que el viento se llevó", y le faltó el aire al darle un beso de tornillo. A Eduardo se le le fue la olla, y en la quinta cita la llevó a ver un documental sobre Auschwitz. Ella, muy concentrada, echó los gases; se había comido tres platos de fabada. La relación con la chica no le olía bien, así que la dejó plantada en el parque. Ella se marchitó de pena. Al fin, Eduardo conoció al amor de su vida, al mirar detenidamente su propio reflejo en el espejo. Y se fue al cine, solo, a ver "Ghost". ¡Y es que era un fantasmón! Ocurrió que en un mal día tropezó con una piedra en el camino y se cayó, rompiéndose el corazón. Fue así como perdió su amor propio. Esa misma tarde fue al cine a ver "Titanic", quería ahogar su pena. Fue la última película de su vida.

2 comentarios:

  1. My bueno tu Eduardo Manostijeras. Conserva el mismo dramatismo que la versión original pero la magia la convertiste, usando la tuya, en humor paradojico made in Patricia.

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    1. ¡Muchas gracias! Hice mi número de prestidigitadora peliculera...

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