jueves, 26 de noviembre de 2020
El príncipe de Beckelar
jueves, 19 de noviembre de 2020
El cuento del revés
Caperuza Negra cruzó el bosque siguiendo el sendero más largo y escarpado; no se cruzó con el lobo. Llevaba un carro de la compra cargado hasta los topes. De detrás de un roble macizo salió el cachas del leñador y le dio un susto de muerte, pues el carro iba lleno de tabaco de estraperlo y el leñador era amigo de un carabinero. Caperuza estaba en guerra con su estado civil: quería acabar con su soltería de una vez por todas. El leñador era un maqui pacífico que siempre iba hecho una facha. El sol le daba de cara, y llevaba una camisa nueva bordada con manchas de Kétchup. A Caperuza le torturaba la declaración de amor que nunca escapó de sus labios rojos y al leñador, el viejo lobo de mar que se casó con su abuela y se quedó con toda la herencia. El leñador fue casa de ésta a llevarle una cestita con huevos de gallina feliz, leche de la vaca que ríe y suspiros de merengue.
-Nietecito, nietecito, ¡Qué boca más grande tienes! -exclamó al verlo. Y él se la comió a besos-. Hoy vino de nuevo el padre de Caperuza a pedir tu mano.
-¡Ya estamos con el cuento de siempre! -dijo el leñador.
Y es que nadie sabía de sus relaciones con el lobo, pero ya se habían prometido. Cuando éste lo abandonó por uno de los tres cerditos, el leñador se voló la tapa de los sesos. Caperuza Negra tomaba una cerveza en el bar: le sacaron una tapa de sesos en escabeche y le dieron la mala noticia. Se quedó para vestir santos. Al morir de vieja, sus bienes pasaron a manos de su única sobrina: Caperucita Roja.
jueves, 12 de noviembre de 2020
El cancionero infantil
Matarile tiene una vaca lechera. No es una vaca cualquiera, le da leche desnatada. ¡Ay! ¡Que vaca tan castrada! Tolón, tolón. <<¿Dónde están las llaves, Matarile?>>, le pregunta su marido José. <<En el fondo del lar>>, dice ella al salir.
El prado es pasto del fuego; no hay una sola llama, pues todas han huido despavoridas.
<<¡Hola, Don Pepito!, ¿Pasó usted ya por casa?>>, dice Matarile de camino al súper. Pepito es el veterinario del pueblo y va a casa de Matarile a examinar a la vaca, que desde que se enteró del incendio da mala leche. El animal saca un cinco pelado. <<¡Adiós, Don José!>>, se despide el veterinario.
Matarile un cencerro le ha comprado, que a la vaca le ha gustado. Se pasea por el banco y mata deudas con el pago. Tolón, tolón.
Mientras, los pajaritos cantan y las nubes se levantan.
-¡Que sí!
-¡Que no!
Últimamente, Matarile y José discuten mucho. Será por el calor.
-¡Que llueva! ¡Que llueva!- La virgen desespera, rezando a Santa Bárbara.
Y cae un chaparrón en medio de la estación estival, que ahoga el fuego. A la virgen se le rompió el himen en un golpe de suerte. La vaca que ríe ya da buena leche: en la quesería se la rifan. Matarile parece una muñeca, vestida de azul. José le quita la camiseta y el canesú. Se amarán en las alegrías y las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de su vida, hasta que la vaca los separe. Amen.