jueves, 29 de octubre de 2020

Con la música a otra cita

 

Acudía tarde a su cita a ciegas, no veía la hora de llegar. Llevaba dos presentes para la chica: un disco de Radio Futura y un cassette de Alaska. <<¿A quién le importa lo que yo haga?>>, decía pensando en las críticas de la gente sobre su forma de buscar pareja.                                                                
No iba a la última moda: se había cardado el pelo, llevaba unas mallas naranjas del carrefour y una chupa sin gusto. Se soltó la melena, gastando un bote entero de laca; tardó una hora en peinarse. Y es que por fin iba a echar una cana al aire. Pero un viento huracanado le despeinó cuando pasaba junto a la central eólica: había gastado todas sus energías en balde.
Ella también llevaba el pelo alborotado, y las medias de color: era una chica yeyé.   
Lo suyo fue amor a primera cita. Se juraron alta fidelidad, como el tocadiscos, y grabaron su declaración de amor con un radio cassette.                  
Pero su amor no sobrevivió a la era digital. Ya no giró más el disco de Radio Futura. Y a Alaska le empezó a importar lo que pensaran de ella cuando se casó con Mario Vaquerizo: quería ganar  audiencia para su programa de televisión.
Ya nada es lo que era...
Ahora la música suena descafeinada con tanta remasterización, y los derechos de autor andan torcidos con tanta música pirata.
Por cierto, las citas a ciegas han pasado a ser propiedad del programa "First Dates" de la cuatro. Los protagonista de este relato salen en el próximo capítulo. Y no digo más, no vaya a ser que me acusen de hacer spoiler. Así que no me queda otra opción que dejar este relato sin final. FIN.

jueves, 22 de octubre de 2020

La herencia maldita


Cuando le dijo el médico que tenía piedras en el riñón, él se meó de la risa. Era un octogenario con una salud de hierro, oxidado. Tenía hongos en los pies, patatas en los calcetines y un par de huevos. O sea, que podía hacerse un revuelto. Era virgen y ateo. A sus ochenta años buscaba una novia que fuera la hostia. <<¡Dios mio!>>, exclamó la primera vez que vio a Pura. 
Pura era una prostituta que ejercía su oficio de manera semipresencial, por lo del covid-19. Practicaba las felaciones con mascarilla y en la postura del sesenta y nueve guardaba la distancia de seguridad. Además, se lubricaba con gel hidroalcohólico. 
El octogenario se tomó la viagra para poder masturbarse pensando en ella. Esa misma noche el viejo soñó que era eyaculador precoz, y de la emoción le dio un ataque al corazón; ya no despertó. 
En su testamento, Pura figura como la única heredera de todos sus bienes. Desde que se enteró se siente impotente. La pobre ha padecido un cólico nefrítico de padre y muy señor mío. Ya no remienda las patatas de sus calcetines y anda algo revuelta, pues no tiene huevos para cobrar la herencia, la muy seta. Ha envejecido mucho desde la última vez que la vi. Me dice que ha perdido la fe, y que todas las noches sueña con que vuelve a ser virgen. Para encontrar al hombre de su vida se ha inscrito en un portal de citas.
Donde hay amor hay vida.- Mahatma Gandhi.
El amor es un crimen que no puede realizarse sin cómplice.- Charles Baudelaire.
Ambición y amor son las alas delas grandes acciones.- Johann Wolfang Von Goethe
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jueves, 15 de octubre de 2020

El mito de las estaciones


Ya llegó el Otoño jugando a hacer frío. Los bañadores se mueren de la risa:
-¡Eres patético!-, le dicen en tono seco.- Sueñas con ser invierno y no eres más que el último coletazo de la estación estival.-
Otoño es un niño muy inseguro, que no sabe si llorar o no (yo siempre llevo un paraguas en el bolso por si acaso). Él empieza el curso escolar eternamente y es el primero en estrenar la manga larga. Las hojas de cálculo, secas, crujen sobre su pupitre, junto al plumier. Y caen movidas por una ráfaga de viento: alguien dejó la ventana de Pandora abierta.
Luego está Don Abrigo, que se reirá de los bañadores y de las chaquetas finas de punto, viendo como el niño Otoño se convierte en un mozo Invierno, severo y cruel. Don Abrigo se siente importante porque el Invierno no puede pasar si él. Los Reyes Magos le han traído un frío glacial. Pero en el fondo teme a la Primavera, y por Pascua, se esconderá en el armario de la ropa de Invierno.
La joven Primavera va de la mano del Verano, que le da mucho calor y la lleva de vacaciones cada Agosto. El veintidós de Septiembre nacerá su próximo hijo; lo llamarán Otoño. 
Y tú, mi querido lector, si has caído en las redes de esta curiosa historia y quieres saber el final... pues comienza por el principio.
 

jueves, 8 de octubre de 2020

La condesa

 


A Drácula se le heló la sangre cuando su novia le rompió el corazón. Esa misma noche, el conde se tomó tantos Bloody Mary, que tropezó con la tapa del sarcófago al ir a acostarse. Y se partió los dientes, más concretamente, los colmillos. 
Al día siguiente, se dio de alta en un portal de citas. Mirando los perfiles, le atrajo el de una chica gótica. Y quedaron para verse, en el cementerio. Pero ella estuvo más callada que una tumba. 
Por San Valentín, la invitó a comer patatas con ajo; no probó bocado. Se quedó muerto al abrir su regalo: un crucifijo de oro.
Ella quería casarse por la iglesia... gracias a Dios, lo hicieron por lo civil. Y se fueron a vivir al castillo de Pensilvania. Dormían en un ataúd de matrimonio, y cuando ella estaba con la regla, él gozaba el doble haciéndole el cunnilingus. Eran felices... hasta que la mujer cometió adulterio. Se acostó con el mejor amigo de su marido, el hombre lobo, que la hizo aullar de placer.
Al enterarse, el Conde Drácula le pidió a su amiga Caperucita el teléfono del cazador. Pero el muy cerdo, en vez de disparar la bala de plata al hombre lobo (como había pactado con el conde), le hincó a éste una estaca en el corazón.
La mujer del conde Drácula cobró su seguro de vida, le pagó los honorarios al cazador y se casó por la iglesia con el hombre lobo: el plan había salido a las mil maravillas.
Pero al cabo de los años, el hombre lobo sufrió de impotencia; ya no se sentía tan hombre.
Ayer fui a visitar a su mujer, y vi encima del aparador un lobo disecado. Dicen las malas lenguas que ahora anda flirteando con el hombre invisible, pero realmente nadie lo ha visto.