jueves, 3 de diciembre de 2020

La marca del forro

  
Serafín Hilfiger era ladrón de guante blanco y, de tanto meterlo en la lavadora, éste había amarilleado. Se encogió de hombros al lavarlo con agua caliente: los guantes, ahora amarillos, también habían encogido. Se había convertido en un ladrón de pacotilla. El detergente que usaba era de la marca blanca del Día. Serafín se vestía de negro por la noche y cometía pequeños hurtos. Tenía delito la cosa, pues siempre llevaba  ropa de marca. Su mujer se llamaba Zara, y le daba desigual que al marido no le gustara el mango, siempre se lo ponía para almorzar. Ella portaba ropa prieta de Prêt-à-porter cuando salía con sus amigas Bimba y Lola. Su hijo se llamaba Tommy Hilfiger y su perro, Coco... ¿Y Chanel?
Chanel se perfumaba con Eau de Pachuli, vestía ropas de imitación y llevaba alhajas de oro, del que cagó el moro claro, pues tenía poca plata. Era del AMPA del colegio de Tommy y acababa de entrar en el mundo del hampa de la mano de Martín Hache.
Chanel y Zara fueron al centro comercial para comprarle un detalle a la directora del centro escolar, que se llamaba Ágatha Ruiz. Y dieron en la diana al elegir una mesa de centro modelo Prada-470. En la tienda, Zara reveló a Chanel el secreto de la mujer: era atea. En Woman´s Secret le confesó que no creía en Dior, tampoco en Risto.
Tommy estudió derecho y no se torció: se convirtió en el abogado de las causas justas. Serafín se sacó las muelas del juicio. Y Vitaldent fue a juicio por blanqueo y fraude.
Bimba, Lola, Chanel, Zara y Tommy siempre van juntos a las rebajas de Enero. La Prada-470 de Ágatha Ruiz está al setenta por ciento. En cambio, Serafín va a Jean-Paul, el sastre. ¡Vaya tela!