jueves, 25 de junio de 2020

La mar de inspirada


Hoy no me gusta lo que escribo..., estoy en uno de esos días en que tiraría la toalla. Por ese mismo motivo me bajo a la playa.
Con la brisa, Marina está encantada.
El reloj de arena se me amontona y el de sol, tiene tan mala sombra, que no hay manera de saber la hora exacta.
Veo un cangrejo ermitaño que habita en una lata de cerveza, que alguien tiró al mar. El crustáceo camina hacia adelante y anda haciendo eses.
La mar salada echa un esturión a los leones marinos, y el emperador, nada en las aguas tranquilas de Roma.
Marina se duerme en los laureles.
En un barco de remo va montado Rómulo, un viejo lobo de mar. Rómulo rema con brío, entre galeras y otros mariscos. <<¡Qué ricos con salsa César!>>, y al pensar ésto se me hace la boca agua.
Marina hace castillos de arena en el aire. Ella toma las riendas de su imaginación en el viejo barco velero, y se le forma un nudo marinero en el estómago.
Subo a mi apartamento.
La mar estaba tranquila, hasta que Neptuno monta en cólera. <<¡Al abordaje!>>, grita el dios, mientras coge un pez espada del fondo del mar. Y se forma un gran tsunami.
En la contienda naufragan los barcos; Rómulo y Marina caen al agua.
El reloj de pared da las seis en punto, cuando desde mi terraza diviso cómo el mar se traga la playa. 
Ya no volveré a tirar la toalla, pues confío en que vendrán otros "Rómulos" y "Marinas", que me guiarán cuando me llegue la noche oscura del alma. Les daré permiso para tomar el timón de mis historias, pues yo no soy buen timonel. 
Saco lápiz y papel, pongo en hora la brújula y, así, comienzo a escribir esta historia; sin perder jamás el norte

viernes, 19 de junio de 2020

Higiene política


<<Mea culpa>>, dice el político al orinar fuera de la taza. Las letrinas del parlamento están llenas de mierda. La Kelly (la que limpia) frota con brío el oloroso inodoro, como si se tratara de la lámpara de Aladino; y le entran deseos de jubilarse.
Sube los escaños como Pedro por su casa, quitándoles el polvo a corte.
La Kelly, en su anterior trabajo limpiaba iglesias, pero se le cumplió el contrato el 15M.
Ella siempre va echa una facha y no anda derecha, porque le da a la botella. Cobra en negro, pues va de luto desde que perdió a su esposo.
Otro político que mea fuera del water... <<Mea culpa>>, dice éste para sus adentros. <<Qué poco tino tienen los políticos de hoy en día>>, refunfuña la Kelly.
Ella es tan limpia que todas la elecciones vota en blanco impoluto; tan aseada que está a favor de la limpieza étnica (para serte franco, no la trago); tan pulcra que hasta purga a los leones de la entrada de las cortes. Y barre todas las esquinas del hemiciclo.
Un político facineroso que blanquea dinero se ha enamorado de ella, y le promete el oro y el moro. La Kelly se aferra al vil metal, dejando limpio al ministro (deformación profesional). Dicen las malas lenguas, haber visto a éste bajarse al moro. La fuerza de la ley le obliga a pasar un control antidrogas, haciéndole un análisis de orina... y mea culpa.

viernes, 12 de junio de 2020

El cocinitas






Carlos "el ermitaño" asó los churros para el desayuno y, calentándose bastante el tarro, frió el chocolate; era su primera vez en la cocina. Le costó familiarizarse con el extractor, así que al principio echó humo por las orejas. Hacía mucho calor, y se peleó con la vitrocerámica hasta hervirle la sangre. Prepararía la comida...
Siguiendo la receta, cortó la zanahoria a dados, y le salió tres veces el seis. Además, se rayó con el queso; dudaba entre el parmesano y el reggiano. El tomate conservaba todas sus propiedades, en la lata. Su mujer con él conversaba, dándole la lata.
Despistado, Carlos metió una cacerola de hojalata en el microondas. Y tuvo lugar un pequeño Big Bang en la cocina. El cazo se llenó de una materia oscura, y en los azulejos se abrió un gran agujero negro. Los daños eran relativos en aquel reducido espacio-tiempo entre fogones.
Entonces, su mujer tomó la sartén por el mango, tocándole los huevos: <<Quiero una cocina nueva>>, insistía.
Carlos no pudo soportar la presión y se le fue la olla. Para postre, su hijo puso la guinda al pastel, llorando como una magdalena.
La camisa de fuerza denota la gravedad del asunto. Dos enfermeros atan a Carlos y se lo llevan en volandas. 
En el hospital, el trabajador social trata el tema de la reinserción laboral, y propone unos cursos de formación. Entre pinchazo y pinchazo de olanzapina, Carlos se sacará el título de pinche de cocina.



viernes, 5 de junio de 2020

¡Pasen y vean, señores!


Era un circo tan pequeño, que en lugar de pistas tenía indicios. La carpa, a pesar de estar recubierta con pez negra, goteaba los días de lluvia. Y el trapecio se elevaba a tan poca altura, que no era necesario el uso de red. Los espectadores se sentaban apretados en las gradas, compradas en IKEA.
Cuentan que el antiguo domador había muerto por accidente laboral, ¡imagínense! El mago fue su amante hasta el día de su desaparición. Éste, había formado parte de una comuna hippie de funambulistas veganos, y al payaso no le hacía ninguna gracia, pues era un payaso de derechas.
En resumen, que el espectáculo del mago había perdido toda la magia. Un día, sacó una paloma de un pañuelo con los colores del arcoiris, mientras sonaba la música de Queen. Un espectador homófobo disparó a la paloma, dejándola coja.
Aunque el número estrella era el de la mujer barbuda con sus siete enanos. En realidad se trataba de un hombre transexual sin afeitar, que se hacía llamar blancanieves.
No corrían días de pan y circo; se acabó la función. Así que, los nómadas circenses se volvieron sedentarios, colocándose en empleos de poca monta. Fue así que la mujer barbuda se metió a drag-queen en un garito de mala muerte. Motivado por su palomo cojo, el mago se aficionó a la colombofilia. Todos andaban enterados de la carrera política del payaso: por fin era un auténtico payaso. No tuvo tanta suerte el equilibrista, que perdió el equilibrio emocional. Los tigres andan sueltos por el safari de Elche. Y el domador se fue con unos gitanos, de esos que hacen el número de la escalera y la cabra; empezó desde abajo, pasando el platillo.
Puedo asegurar que todos fueron felices y cometieron deslices. Lo triste es que la palabra "circo" haya quedado obsoleta, y que los payasos salgan únicamente en el Club de la Comedia.