viernes, 28 de febrero de 2014

El huevo.

                                                          


                                                                  Y UN HUEVO...

Me levanté una mañana cansado por la resaca. Me duché, me vestí y bajé las escaleras hacia el salón. Puse a Bach, porque me gusta desayunar con buena música y fui hacia la cocina. Mi mujer me había preparado el desayuno, cosa machista por mi parte, pero así es ella de servicial. Miré al plato y...¿Qué vi?, pues un huevo. No un huevo normal sino un huevo rosa. Lo primero que pensé era que mi hija lo había pintado con acuarela, -Imposible- me dije, porque la yema sigue siendo amarilla.
Miré la caja y vi la fecha de caducidad, 14 de febrero, aún quedaban 3 días. -¿Y si es un huevo especial que da superpoderes?- me dije, -Creo que veo demasiada televisión-. Así me acordé de que estaban dando las noticias. Encendí la tele y ¿a que no sabes lo que vi?... un huevo rosa. Entonces oí la cerradura de la puerta. Era mi mujer. Cómo venía del mercado fui corriendo a ver de que color eran las lechugas, los tomates, etc. El huevo, el huevo... apenas pude balbucear. Entonces le miré las manos; ¡rosas!. Miré el sofá, la mesa, el techo... y todo era rosa. Llegué a una conclusión: "Todo lo veo de color de rosa" y con este pensamiento fue al trabajo donde el jefe le subió el sueldo, al parque a descansar donde se encontró un billete de 500, salió el sol tras un buen chaparrón... Consejo, mira la vida con un prisma diferente cada día para ver los días de diferente color.

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