jueves, 6 de marzo de 2014

Diario de un vampiro.

 
 


No sé si os habrá pasado. Cuando tienes que madrugar para ir a trabajar. Te pones el despertador una hora antes y con varios avisos (cada 5 minutos). Suena la alarma y la apagas. Miras la hora para comprobar que puedes gandulear un poquito más. Otra vez..., la vuelves a parar. Y así sucesivamente hasta que te levantas por narices, si no llegarás tarde al curro. Y se te pone mala ostia. Pues bueno, ahora que no tengo obligaciones (y no me culpéis por ello) veo tras la ventana del tiempo la intensidad de esos momentos. El disfrute concentrado ¿en un cuarto de hora? ¿en media hora? da igual. Recuerdo esa sensación agridulce. El robarle al día un poquito de tiempo y dormir un ratito más, qué placer !!!!!, pero no sin ser consciente del desenlace. Y todos los días igual. Que monotonía. Pero una monotonía que algunos recordarán con añoranza cuando se jubilen. Buenos días.

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