viernes, 6 de marzo de 2020

El complemento perfecto


Llegó Enero rebajado. Las tiendas harían su Agosto, pues nadie puede resistirse a las mitades de precio, y Ruth la que menos. Haría suyo el sombrero... Pero, al entrar en la tienda, el corazón le dio un vuelco: ¡no llevaba descuento!. Es un básico- le dijo la dependienta- y los básicos nunca llevan rebaja. No costaba mucho, podía pagarlo, aún así, salió de la tienda sin él. -¡Es un básico, es un básico!- murmuraba entre dientes, frunciendo el ceño y poniendo los ojos en blanco. ¡Quería ese sombrero y lo quería rebajado!. En su casa, con el disgusto a cuestas, se encerró en su habitación sin cenar. Abrió el portátil para leer el correo; no había tanta publicidad como otras veces, lo que le hizo rabiar todavía más. Se dispuso a desahogarse con su mejor amiga, por facebook. Y en eso que, clickeando, no sabemos muy bien cómo, entró en un portal de ropa de segunda mano. Se puso a curiosear y... casi le da un ataque de alegría: Allí estaba, el sombrero,¡una ganga!. Apretó el botón de compra. Ya satisfecha se dispuso a acostarse. Se puso el pijama que compró en el black Friday y se lavó los dientes con la pasta de dos por uno.
Pero no escatimó en suenos. Todo lo ahorrado por el día lo gastaba por la noche: caviar, joyas, yates... Dormía a lo grande. Hasta que un día no despertó.
Todas sus baratijas se llevaron a un mercadillo de segunda mano; así constaba en su testamento.
El sombrero pasó a manos de un coleccionista. Ahora, rescatado, vive entre sombreros de todas las épocas y estilos, que sobre maniquíes de cera, relatan la historia de esa prenda en desuso. Sus compañeros los admiran, pues a pesar de ser barato, luce bonito. 
Y todas las noches se oye el arrastrar de unos pies por el museo de sombreros. Dicen que es el espíritu de Ruth, que vendió su alma al diablo por cuatro duros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario