jueves, 19 de marzo de 2020

La historia terminable



Supongamos un hombre estrafalario y estrambótico de mediana edad, o un joven ejecutivo, lo mismo da. Supongamos un tres de Febrero de un año tal que no podamos recordar; en una estación de tren, en el aeropuerto o en un muelle de donde va a partir el susodicho. En la mano izquierda lleva un maletín de piel cuarteada. En el maletín, el manuscrito de una novela a medio terminar. Supongamos que es banquero, o quizá médico. No, tiene toda la pinta de poeta. No importa. El protagonista entrega el maletín a una mujer. Hay muchos personajes secundarios; todos ellos tienen una función en la historia, ya sea para ambientar o bien para interactuar con la mujer y robarle el maletín. Este último, un pícaro que vive de la mendicidad y que sueña haber robado un maletín lleno de billetes de cincuenta, golpea en su huida a un tercero que grita: ¡Al ladrón! ¡Al ladrón!. Y escapa... ¿Cómo?,¿Olvidé al policía?, ya me dijo el profesor que debía hilar más fina la trama. Pero el desenlace, ése sí que lo tengo bien atado: publican la novela del protagonista y se convierte en un bestseller. Y es que yo nunca escribo sobre perdedores, no me sale.
¡Anda!, ¡Ya son las siete menos cuarto!, se me va a hacer tarde- digo en voz alta. Y dicho ésto (muy necesario para denotar prisa), cojo mi gabán y mi maleta de piel cuarteada. En su interior llevo el manuscrito de mi última novela aún sin acabar, y algunos poemas. Y hasta aquí mi historia de hoy, ya la terminaré en otro momento. Y como bien sabéis... yo nunca escribo sobre perdedores, no me sale.

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