viernes, 13 de marzo de 2020

La línea de la vida



Para que os hagáis una idea acerca de Rigoberta: Tira lentejas a los recién casados, para despedir el año toma doce arándanos y todos los días cocina pizza vegana, que es la base de su alimentación. Tiene mala leche, y peor ánimo. ¡Os animo a que la conozcáis! Cualquiera se siente afortunado a su lado pues, aunque digan que las comparaciones son odiosas, siempre será mas peor o menos mejor que tú, la mires por donde la mires. Paupérrima adinerada, lesbiana misógina, adúltera asexual, camionera de profesión. En su tiempo libre vuela drones.
 Pues bien, un magnífico día, en la feria de atracciones, subió al tiovivo para matar el gusanillo, tuvo siniestro total en los coches de choque y se compró un algodón de sacarina. Atraída por el "Siempre toca. Si no un pito, una pelota" de la tómbola, compró diez boletos. Y le tocó detrás la bruja analfabeta que leía la buenaventura. ¡Maldición!, la meiga se llevó el premio. Y le estrechó las líneas de la mano, estrangulando así su porvenir. -Conocerás al hombre de tu vida el día de tu muerte- le dijo la adivina. -Lagarto, lagarto- contestó Rigoberta. Y se fueron de copas, tan amigas.
El amanecer las encontraría embriagadas de placer, enlazando sus destinos con aires de boda.  Rigoberta se embarazaría por inseminación artificial, para formar así una familia. Pero el día del nacimiento de su único hijo varón, moriría de parto. Aquí queda cumplida la profecía.
Mas nadie sabe, ni yo misma, el final de esta historia. Por más que intento leer en las líneas de mi mano, en el vuelo de las aves, en los posos del café... no logro adivinar cómo acaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario