viernes, 12 de junio de 2020

El cocinitas






Carlos "el ermitaño" asó los churros para el desayuno y, calentándose bastante el tarro, frió el chocolate; era su primera vez en la cocina. Le costó familiarizarse con el extractor, así que al principio echó humo por las orejas. Hacía mucho calor, y se peleó con la vitrocerámica hasta hervirle la sangre. Prepararía la comida...
Siguiendo la receta, cortó la zanahoria a dados, y le salió tres veces el seis. Además, se rayó con el queso; dudaba entre el parmesano y el reggiano. El tomate conservaba todas sus propiedades, en la lata. Su mujer con él conversaba, dándole la lata.
Despistado, Carlos metió una cacerola de hojalata en el microondas. Y tuvo lugar un pequeño Big Bang en la cocina. El cazo se llenó de una materia oscura, y en los azulejos se abrió un gran agujero negro. Los daños eran relativos en aquel reducido espacio-tiempo entre fogones.
Entonces, su mujer tomó la sartén por el mango, tocándole los huevos: <<Quiero una cocina nueva>>, insistía.
Carlos no pudo soportar la presión y se le fue la olla. Para postre, su hijo puso la guinda al pastel, llorando como una magdalena.
La camisa de fuerza denota la gravedad del asunto. Dos enfermeros atan a Carlos y se lo llevan en volandas. 
En el hospital, el trabajador social trata el tema de la reinserción laboral, y propone unos cursos de formación. Entre pinchazo y pinchazo de olanzapina, Carlos se sacará el título de pinche de cocina.



4 comentarios:

  1. Brillante texto. Has sabido cocinar un relato de humor absurdo y juegos de palabras que dan un nuevo significado a esas expresiones tan culinarias. Me encantó. Saludos!

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    1. ¡Gracias David! Me alegra que te haya gustado. Estoy cocinando más relatos de esta guisa. Mi receta: ponerle su toque de sal a la vida. ¡Un saludo!

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  2. Qué genia eres. Brillante, vibrante! Me voy a comprar un sombrero, para quitármelo cuando te leo.

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    1. ¡Gracias! Yo me voy a comprar una caja fuerte para guardar vuestros halagos.

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