jueves, 9 de julio de 2020

Cuestión de belleza





Con alcohol curó su última herida sentimental... a las once ya iba toda ciega. No llegó a perder el conocimiento, porque no tenía, pero estuvo a punto de un coma etílico.
Era tan fea, que cuando se hizo la reina de la pista todos los muchachos se declararon republicanos; y tuvo que bailar el tango sola.
Se casó con el más friki de todos. En su boda, en vez de arroz le tiraron cacahuetes. Todavía recuerdo aquel concurso de disfraces que ganó vestida de diario; fue una noche de Hallowen.
A los nueve meses de casada di a luz a un niño guapísimo, tanto, que se tuvo que hacer la prueba de maternidad. El niño creció sin temor al coco, pues estaba curado de espanto.
Ella era una madre muy dulce y él, un niño diabético.
El chico andaba siempre pegado a las faldas de su madre, hasta que tuvo su primer lío de faldas, y el complejo de Edipo se tornó sencillo.
Pero con el tiempo sufrió un mal de amores (por una tía buena que conoció en mala hora) y se intentó suicidar. Para ello, cogió el tarro del azúcar de su madre y se lo tragó entero. Lo que él no sabía era que su madre se había puesto a dieta y que había sustituido el azúcar por sacarina. Así que, lo único que consiguió fue una tremenda diarrea, de esas que se caga la perra. Acabó con el papel higiénico y, como consecuencia, se pasó las cartas de amor por el culo. Inspirado, escribió un poema de mierda. Con dicho poema ganó un concurso y miles de admiradoras. Convertido en un Don Juan Tenorio, se casó con la primera zorrilla que se cruzó en su camino. Tuvieron el hijo más feo de toda la humanidad.

4 comentarios:

  1. Tienes una imaginación maravillosa

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  2. Qué bueno, Patricia, celebro tu ingenio a punta de risotadas. Sigues manteniendo el listón muy alto, brindo por que las musas te sigan acompañando.

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