jueves, 23 de julio de 2020

Hasta que la muerte nos separe


En el desayuno, a Pérez se le cayó el diente de leche en el sucedáneo de café, y se quedó cortado. Tímido, jugó al ratón y al gato con Peter, que era más bueno que el pan. Ambos vivían confinados en la granja de Pepito, donde los animales eran libres. La gallina feliz últimamente no lo era tanto, pues se veía muchas patas de gallo; ¡manda huevos!
Peter tocó la campanilla y despertó al gallo, a la vaca le puso mala leche, y creo que al perro le dio mucha rabia.
La veleta ya apuntaba maneras; sin perder el norte, Pérez bebía los vientos por Peter, y viceversa. Esto era un secreto a voces en el coro de la iglesia. El cura, un pedófilo empedernido, que se cogía cada pedo con el vino que, antes de dar misa, se curaba en salud, tenía complejo de "tocólogo" (le gustaban mucho los tocamientos).
Pasados los años, Pérez y Peter abandonaron la granja de Pepito para entrar juntos al seminario.  Estudiaban mucho; y eran amantes de las lenguas muertas, sobre todo del griego. Atrás quedó el onanismo voluntario y las poluciones involuntarias; de hecho se hicieron pareja. Salieron del armario para meterse juntos en la cama. Tenían buena percha y dormían poco.  
Terminado el seminario, regresaron a la granja, ahora como dos curas protestantes. Me acuerdo que protestaban por todo: <<Que si a mi burro le duele la cabeza, que si la gallinita ciega, que si en la granja de Pepito...>> ¡Eran como niños! Con ellos, el ganado tenía el cielo ganado.
Últimamente tenían malas digestiones: eran pastores de Almax.
Pérez y Peter no entendían la existencia con pienso y, en sotana, sacaban a las ovejas al prado; ¡vaya cuadro! Un año, los pollos cogieron la gripe aviar, pero tuvieron mucha carne vacuna (una cosa compensó a la otra). Se hincharon a rezar Ave Marías.
Pasó el tiempo...
Una mañana, en el desayuno, a Pérez se le cayó la dentadura postiza en el café, y se quedó solo. Pues Peter se murió de un ataque de risa. Así se disolvió el primer matrimonio gay casado por la iglesia (y entre dos sacerdotes protestantes) de la historia. Y la granja de Pepito pasó a ser propiedad de Playmóbil. 
La vida es sólo un juego de niños... y las reglas están para romperlas.



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