viernes, 22 de noviembre de 2019

Latidos


Hace un año que había perdido a su pareja. La amaba más que a nada en el mundo y desde su partida no levantaba cabeza. El prozac ya no le surtía efecto y su psiquiatra cada vez la atiborraba con más pastillas. En la sala de espera de su consulta conoció a una bruja. No es cosa extraña, pues andan con su magia por las desembocaduras de sufrimientos, las hechiceras. Esos lugares en los que te venderías al diablo por un poco de alivio.
La bruja le leyó el alma con solo mirarla, tan al descubierto la llevaba. "Pon un corazón humano en  la tumba de tu amor el día martes y trece de luna llena", le dijo. Y le entregó un libro de oraciones del diablo. Ésto sería suficiente para revivir al muerto.
La enamorada comenzó a rezar cada día, a sabiendas del peligro que suponía.
Debía encontrar un corazón vivo. Pero si éste dejaba de latir en sus manos antes de llegar a la tumba, ella se convertiría en bestia.
Aferrada al nicho de su amado, con un corazón en la mano, sus dedos convertidos en garras, sus dientes ahora caninos... Así la encontró el sepulturero, que le dio muerte.
Todos los martes trece se oyen los aullidos de los lobos cantando a la feliz pareja, que se han vuelto a encontrar en el más allá.

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