viernes, 15 de mayo de 2020

Lo que el peso se llevó


<<Me entra amnesia cuando intento recordar la última vez que fui al gimnasio>>: este es el primer pensamiento que me viene a la cabeza al despertar. Tras tomar una ducha, bajo a desayunar. Mi marido me besa en las comisuras de los labios, y yo mesuro la comida del almuerzo. Él dice que sólo pienso en comer..., es tan dulce... ¡me lo como a besos!.
A este paso, llegará el día en que cada uno de mis kilos pese más de mil gramos. La báscula me insulta y me monta el número, que pasa de cien, cada vez que me subo a ella. Y he de confesar que tengo una relación estrecha con la ropa.
Al salir de casa para ir al trabajo, resbalo con una piel de plátano; <<Algún cerdo debió tirarla (menuda pocilga de escalera), como me entere quien ha sido le hago picadillo>>.
Trabajo como dibujante de cómics, me esmero al rellenar los bocadillos de las viñetas, y mi marido es chef de un restaurante de lujo. Nos conocimos en un buffet libre... ¡Qué romántico!. Siempre ha sido un hombre con pasta. Hay gente que piensa que le falta un cocido, y las malas lenguas dicen que le comí el tarro; pero yo los mando a todos a freír espárragos.
En el trabajo me como un marrón muy grande, y vuelvo a casa tremendamente agotada. Mi marido no ha preparado la cena, "en casa del herrero cuchara de palo". Su restaurante viene en la guía Michelín, yo me voy con mi michelín al restaurante, a ese de la esquina, a cenar chicharrones. Para mí todos los restaurantes son de comida rápida, porque como muy deprisa. 
Cuando vuelo a casa me hace el amor; anda listo mi marido si se lo tengo que hacer yo. No es por falta de líbido ni nada por el estilo, es sólo que no soy amante del esfuerzo físico. La última vez que fui al gimnasio hice el pino sentada, y puse a Dios por testigo que nunca más volvería a pasar cansancio.
Me llamo Escarlata y ésta es mi historia; soy adicta a la comida y sedentaria.

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