viernes, 29 de mayo de 2020

Todo queda en casa


Moisés veía la película "Los doce mandamientos" mientras hacía los deberes que le habían mandado en el colegio, en la página doce. Amaba la televisión por encima de todas las cosas. Sus padres estaban en el trabajo...
Ambos trabajaban en la central nuclear. Eran una pareja con mucha energía y su núcleo familiar estaba muy unido. Los había casado virtualmente, por videoconferencia, un cura muy moderno que colgaba sus misas en YouTube. En lugar del "sí, quiero", se dieron el "me gusta". La ceremonia tuvo muchos seguidores y se hizo viral. Nueve meses después nació Moisés. Su padre grabó el parto con su iPhone y lo publicó en facebook. <<Sin comentarios>>.
Pues como iba diciendo, Moisés estaba embobado con la televisión cuando se apagó, de repente, sola. No fue cosa de brujería ni de fusibles, es que su madre había usado el control remoto desde su teléfono móvil. Ejercía así su maternidad, telemáticamente. Desde el móvil pudo ver el gesto de disgusto de su hijo, transmitido desde la cámara de vigilancia del salón. Moisés no tenía escapatoria en esa casa tan de última generación.
La casa reguló su propia temperatura (sin necesidad de termostato) y encendió las luces al esconderse el sol; tenía una gran inteligencia artificial.
El robot de cocina, programado, se puso en marcha a la hora en punto: pronto estaría lista la cena.
La rumba bailaba, muy flamenca, entre las patas de la mesa, aspirando a recoger todo el polvo.
El hilo musical, que en un coser y cantar ponía voz a toda la casa, sonaba suave.
Nada hacía presagiar el triste final.
Pero sucedió a mitad de la noche, que un gran estruendo de pitos y bocinas irrumpió por toda la casa: había saltado la alarma contra incendios, la alarma antirrobo y hasta la del despertador, todas a una. Y las luces parecían las de una discoteca. 
No cabía duda: la casa domótica se había vuelto loca. No quedó más remedio que desconectarla. 
Ahora viven en una casa de antigua construcción, y Moisés ve la televisión mientras hace los deberes de tecnología, sin restricción. A pesar de esta ventaja, echa de menos su antigua casa.



4 comentarios:

  1. ¡Qué cuento más chulo! Me ha gustado esa casa, aunque la mía se acerca un poco: las persianas se suben con mando, el termostato se regula con el móvil... solo me queda que la comida se haga sola jaja (ojalá)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Me alegra que te parezca chulo! Si, a mi también me gusta esa casa. Lástima que no la tengo más que en el relato...

      Eliminar
  2. Qué arte tienes, Patricia, para hilar comicidades a base de ingenio y juegos de palabras. Tú trabajo te habrá costado. De verdad, tu mejoría en los últimos meses, a todos los niveles, demuestra que con esfuerzo y constancia se pueden conseguir excelentes resultados. Enhorabuena, compañera, nos vemos en las letras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias! Encantada de leerte, pues tú también tienes arte con las palabras. Un saludo.

      Eliminar